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Descripción histórica de los tratamientos por Ondas de Choque Extracorpóreas (ESWT)

Desde la primera investigación de la aplicación de ondas de choque en medicina hasta la actualidad ha transcurrido un periodo muy corto. Durante la segunda guerra mundial se observó que los pulmones de los náufragos se agrietaban debido a la explosión de bombas bajo el agua, pero no presentaban ningún otro síntoma de violencia. Esta fue la primera vez que se observó la influencia de las ondas de choque, creadas por la explosión de bombas.

En los años 50, se realizó la primera investigación sistémica del uso de las ondas de choque en medicina. Por ejemplo, se publicó que las ondas de choque generadas de forma electrohidráulica eran capaces de romper platos de cerámica sumergidos en agua. En EEUU se aceptó la primera patente de un generador de ondas de choque electrohidráulico (Frank Rieber, New York, patente nº 2.559.277). Al final de los años 50 se describieron las propiedades físicas de las ondas de choque generadas electromagnéticamente.

En 1966 el interés por las ondas de choque en humanos apareció de forma accidental. Durante los experimentos con proyectiles de alta velocidad, un empleado tocó la placa en el preciso instante en que el proyectil la impactaba. El empelado sintió en su cuerpo algo parecido a una descarga eléctrica. Las mediciones mostraron que no había presencia de electricidad. La onda de choque generada se transmitió de la placa al cuerpo a través de la mano. Entre 1968 y 1971 se estudio en Alemania la interacción entre las ondas de choque y el tejido biológico en animales. El Departamento de Defensa de Alemania financió este programa. El resultado fue que las ondas de choque de alta energía tienen efectos en el organismo a largas distancias. En particular, se investigaron los efectos en el organismo, junto con las diferencias y amortiguaciones de las ondas de choque en su paso por los tejidos vivos. Otro campo de interés, fue la transición de las ondas de choque a través del cuerpo. Se observó que las ondas de choque tenían efectos secundarios bajos en su paso por músculos, grasa y tejido conectivo. Los tejidos óseos intactos permanecían ilesos tras el paso de las ondas de choque. El peligro para los pulmones, cerebro, abdomen y otros organismos fue parte de la investigación de este programa. El mejor medio de transmisión de las ondas de choque fue el agua y la gelatina, debido a su similitud con la impedancia acústica de los tejidos.

Estas investigaciones y cooperaciones con médicos llevaron a la idea de desintegrar cálculos renales con ondas de choque generadas fuera del cuerpo. Al principio, la técnica y la realización médica no estaba muy clara, pero nació la idea. En 1971, Haeusler y Kiefer consiguieron la primera desintegración in-vitro de un cálculo renal mediante ondas de choque, sin que hubiese un contacto directo con la piedra. Le siguieron varios experimentos in-vitro de desintegración de piedras sin contacto. En 1974 el Departamento de Investigación y Ciencia de Alemania financió el programa de investigación “Aplicación de la ESWL”. Participaron en este programa Eisenberger, Chaussy, Brendel, Forßmann y Hepp. En 1980, en Múnich, se trató al primer paciente con un cálculo renal con una máquina prototipo. En 1983 se instaló el primer litotriptor comercial en Stuttgart, Alemania. Durante los siguientes años, se llevaron a cabo experimentos en vivo e in-vitro con ondas de choque extracorpóreas, con el objetivo de desintegrar cálculos biliares.

Fig. 1: El primer litotriptor comercial, con bañera.

En 1985 se realizó el primer tratamiento clínico de un cálculo biliar con ondas de choque extracorpóreas en Múnich, Alemania. Un año después se probó, en Mainz, el primer prototipo de litotriptor sin bañera. Hoy en día, la primera opción para el tratamiento de cálculos renales o uretrales es las ondas de choque extracorpóreas. Los litotriptores modernos funcionan sin bañera y sin anestesia (Fig. 2). Para la localización de piedras, los litotriptores están equipados con Rayos-X y/o sistemas de localización por ultrasonidos o ecógrafos. En los últimos 16 años se han tratado más de 3 millones de pacientes. La terapia por ondas de choque es segura y efectiva, aunque la aplicación de tratamientos por ondas de choque sin el cuidado adecuado podría causar un daño severo.

Fig. 2: Los litotriptores actuales (LithoTron, HMT) son móviles, flexible y fáciles de usar.

La urología no es el único campo médico donde las ondas de choque se están usando de forma exitosa. En 1985 se llevó a cabo la primera investigación sobre la influencia de las ondas de choque en huesos. La razón de esta investigación fue la aprensión que las ondas de choque pudiesen dañar la cadera durante el tratamiento de piedras uretrales bajas. El resultado de esos experimentos fue que no se observaron alteraciones en los huesos que estaban en buen estado. Otros experimentos con animales mostraron el potencial osteogenético de las ondas de choque y de estimulación curativa en fracturas. Investigaciones histológicas confirmaron la influencia de las ondas de choque en la activación de osteoblastos.

En 1988, en Bochum (Alemania) se aplicó con éxito el primer tratamiento de pseudoartrosis en humanos. Al mismo tiempo Valchanow publicó sobre la terapia con ondas de choque en pseudoartrosis y retrasos de consolidación. Su tasa de éxito fue del 85% pero los requisitos de su estudio clínico no estaban exactamente especificados. En años sucesivos, varios estudios clínicos dieron tasas de éxito entre el 60% y el 90%. Hay dos circunstancias esenciales para el éxito del tratamiento por ondas de choque en pseudoartrosis y retrasos de consolidación. La influencia de las ondas de choque en pseudoartrosis hipertróficas parece ser más efectiva que en pseudoartrosis atróficas. La estabilización de las fractura tras la terapia por ondas de choque parece ser condicionante esencial para el éxito del tratamiento. Como efectos secundarios se observaron hematomas locales, hemorragia petequial e inflamación local. Estos efectos secundarios desaparecen a los pocos días sin complicaciones.

Las primeras investigaciones y tratamientos en humanos se realizaron con dispositivos de litotricia, los cuales están diseñados según los requisitos de la urología para la aplicación de las ondas de choque, y no para tratamientos ortopédicos. Debido a la anatómica descentralización de las áreas a tratar (de los hombros a los pies) fue necesario desarrollar un aparato de ondas de choque especialmente diseñado para la ortopedia. No fue hasta 1993 cuando apareció un aparato de ondas de choque especial para ortopedia, el OssaTron (HMT AG), con un cabezal terapéutico móvil (Fig. 3).

Fig. 3: Dispositivo de ondas de choque especial para ortopedia, el OssaTron (HMT High Medical Technologies AG) con cabezal terapéutico orientable 350° para la localización de las diferentes patologías ortopédicas.

Al principio de los años 90 se publicó el primer estudio sobre la terapia por ondas de choque en tendinitis calcárea. Otras investigaciones sobre tratamientos con ondas de choque en epicondilitis y talón calcáreo tuvieron una tasa de éxito entre el 70% y el 80%. A raíz del significativo incremento de la terapia por ondas de choque en patologías de los tejidos blandos, HMT desarrolló un dispositivo especial de ondas de choque, el ReflecTron (Fig. 4). El concepto nuevo de su electrodo (ReflecTrode) aumentó su duración hasta las 50.000 ondas o impulsos. Hay disponibles un gran número de publicaciones y estudios clínicos sobre patologías ortopédicas que permiten evaluar científicamente la ESWT. El diseño, los protocolos y el contenido de los estudios publicados pueden ser algo diferentes, pero todos coinciden en que la ESWT tiene una altísima eficacia y muy pocos efectos secundarios o complicaciones.

Fig.4: El ReflecTron (HMT AG) era un aparato especialmente diseñado para patologías en tejidos blandos.

Fuente: ISMST

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